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¿Somos adictos al sufrimiento sin darnos cuenta?

🤔 A veces nos aferramos al dolor por costumbre, sin saber cómo soltarlo. En esta nota exploramos qué

"El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional." — Buda


Vivimos inmersos en la búsqueda de la felicidad, de la paz interior, de un estado de bienestar constante… pero, paradójicamente, muchas veces nos aferramos al sufrimiento sin siquiera notarlo.

¿Por qué nos cuesta tanto soltar el dolor? ¿Es posible que, sin darnos cuenta, seamos adictos al sufrimiento?

En esta nota, vamos a explorar este concepto, entender sus raíces y descubrir cómo liberarnos para conectar con una vida más plena.



¿Qué es el sufrimiento y por qué nos atrapa?

Desde la filosofía budista hasta la neurociencia moderna, el sufrimiento ha sido un tema central en el desarrollo humano.


Buda describió el sufrimiento como Dukkha, una insatisfacción constante que proviene de tres fuentes principales:


El sufrimiento del dolor: el que sentimos ante pérdidas, enfermedades o conflictos.

El sufrimiento del cambio: incluso cuando algo es bueno, el miedo a perderlo genera ansiedad.

El sufrimiento existencial: la sensación de vacío o desconexión con nuestro propósito.


La mente humana está diseñada para detectar amenazas y anticiparse al peligro. Es un mecanismo de supervivencia que nos ayudó a evolucionar… pero que en la vida moderna muchas veces se convierte en una trampa.

Cuando repetimos pensamientos negativos o revivimos experiencias dolorosas, nuestro cerebro refuerza esos circuitos neuronales. Y cuanto más los reforzamos, más fácil es caer en ellos una y otra vez.



Aquí es donde surge la pregunta clave:

¿Podemos volvernos adictos al sufrimiento?

Desde un punto de vista neurocientífico, la respuesta es sí.

Cada vez que sentimos una emoción intensa, nuestro cerebro libera neurotransmisores que pueden generar una especie de "enganche" químico. La tristeza, el miedo, la ira… todas activan sustancias como el cortisol y la adrenalina, que nos mantienen en alerta.

Con el tiempo, si repetimos estas emociones constantemente, el cuerpo se acostumbra a ellas. Es como un circuito automatizado: aunque queramos soltar el sufrimiento, algo dentro de nosotros nos lleva a recrearlo.


Ejemplo real:
Pensemos en alguien que creció en un ambiente de constante conflicto. Aunque en su vida adulta busque relaciones sanas, puede sentir un extraño vacío si todo está en calma. Inconscientemente, buscará el drama porque es lo que le resulta familiar.

Lo mismo sucede con la queja, la autocompasión o el autosabotaje. Son hábitos emocionales que repetimos sin darnos cuenta.


La parábola de la vendedora de pescado y la vendedora de jazmines

Existe una antigua historia india que ilustra perfectamente esta idea.

Dos mujeres caminaban juntas al mercado: una vendía pescado y la otra, flores de jazmín. Al caer la noche, decidieron descansar en la casa de una amiga.

La vendedora de jazmines dejó su cesta cerca de la cama y se durmió plácidamente. Pero la vendedora de pescado no podía descansar. El aroma del jazmín le resultaba extraño, incómodo.

Después de un rato, tomó su propia cesta de pescado y la acercó a su cara. Solo así pudo dormir tranquila.

Esta historia nos muestra cómo, incluso cuando algo mejor está disponible para nosotros (la fragancia de las flores), muchas veces volvemos a lo que nos resulta familiar (el olor del pescado).

Nos acostumbramos tanto al sufrimiento que lo convertimos en un hábito. Y cuando se nos presenta la posibilidad de una vida más plena, a veces nos resistimos porque "no se siente como en casa".



Cómo romper el ciclo del sufrimiento

La buena noticia es que el sufrimiento no es nuestro destino. Podemos salir de él, pero requiere conciencia y acción.


1. Dejar de identificarnos con el sufrimiento

"Soy una persona sufrida", "mi vida es difícil", "nada me sale bien"… Estas frases refuerzan nuestra identidad con el dolor. Cambiarlas por pensamientos más expansivos es el primer paso.

✔ En vez de "Siempre me pasa lo mismo", probar con "Estoy aprendiendo nuevas formas de vivir".

✔ En vez de "No puedo salir de esto", decir "Estoy en un proceso de sanación".


2. Abrazar el presente sin miedo

El sufrimiento muchas veces proviene de vivir en el pasado (lo que fue) o en el futuro (lo que podría pasar). La única forma de liberarnos es anclarnos al presente.

✔ Respirar conscientemente.
✔ Practicar gratitud.
✔ Observar la mente sin juzgarla.


3. Entender el mensaje del sufrimiento

El dolor tiene un propósito: mostrarnos lo que necesita ser sanado. En vez de rechazarlo, podemos preguntarnos:

💡 "¿Qué me quiere enseñar esta situación?"
💡 "¿Estoy sosteniendo este sufrimiento por costumbre?"
💡 "¿Cómo puedo elegir diferente hoy?"


4. "Dejá que te coma el tigre" 🐅

Sri Bhagavan, maestro espiritual, tiene una frase poderosa:

"Dejá que te coma el tigre."

¿Qué significa esto? Que en lugar de huir de nuestro sufrimiento o reprimirlo, podemos enfrentarlo con total presencia.

Si sentimos tristeza, en lugar de resistirla, podemos respirar y sentirla en el cuerpo. Cuando dejamos que la emoción nos atraviese, sin lucha, pierde su poder sobre nosotros.


5. Sanar en comunidad

El camino de transformación es más ligero cuando lo recorremos juntos. Espacios como los Círculos de Luz y Conexión Divina son una oportunidad para:

✔ Reflexionar sobre nuestro sufrimiento y comprenderlo.
✔ Recibir herramientas para soltarlo.
✔ Experimentar sanación energética en comunidad.

Si querés sumarte a este espacio de transformación, podés conocer más aquí:
🌿 👉 https://www.marisavolker.com/courses/circulodeluz



Conclusión: Elige la paz sobre el sufrimiento

No somos esclavos de nuestras emociones. Aunque el sufrimiento nos haya acompañado por años, siempre podemos elegir diferente.

Si algo de esta nota resonó con vos, te invito a hacerte esta pregunta hoy:


💡 ¿Qué pequeño paso puedo dar para soltar el sufrimiento y elegir la paz?


Y recordá: La paz no es algo que tengamos que buscar afuera. Está en nuestro interior, esperando a ser recordada. 🌿✨

Categorías: : Bienestar, Crecimiento personal, Sanacion

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